El pasado 14 de marzo se declaró por el Gobierno el estado de alarma en todo el territorio español debido a la crisis sanitaria causada por el llamado COVID-19.
Tras unos primeros días de confusión y dudas, en los que no quedaba claro si nuestra actividad estaba incluida o no entre las que debían cerrar por causa de fuerza mayor, se fueron disipando las dudas, puesto que era evidente que las empresas de servicios inmobiliarios tenemos un trato directo con clientes tanto en nuestras oficinas como en nuestras visitas a inmuebles, firmas de contratos, etc., y, como tal, debíamos evitar todo contacto con el público y cerrar nuestros establecimientos. Ello se vio reforzado por el cierre de todas las oficinas públicas relacionadas con el sector, tales como los Registros de la Propiedad y Oficinas Liquidadoras, y la atención excepcional solo en casos de urgencia de otros servicios, como las notarías.
Así las cosas, los agentes inmobiliarios y el resto del equipo nos hemos pasado estas últimas semanas preparándonos para cuando volvamos a la «normalidad», siendo plenamente conscientes de que esa normalidad, entendida como la vuelta a la situación pre-coronavirus, es sencillamente imposible. Muchas son las cosas que van a cambiar en nuestra actividad y cuanto antes nos adaptemos todos, mejor.
A nadie se le escapa que en el momento en que se levante el estado de alarma, que se alargará como mínimo hasta el 9 de mayo, la gente no va a ser proclive a los contactos sociales. Este virus nos ha tenido en casa durante semanas, para evitar contagiarnos y contagiar a los demás, y ese miedo al contagio no va a desaparecer de la noche a la mañana por Decreto. Si los potenciales compradores de viviendas antes solicitaban ante todo visitar cuantos más inmuebles mejor, para poder comparar, ahora van a ser mucho más selectivos en sus visitas. Y si no lo son ellos, lo serán los vendedores. ¿Acaso los propietarios van a permitir un tránsito interminable de agentes inmobiliarios y clientes entrando a sus casas?
Las agencias inmobiliarias, ahora más que nunca, deben circunscribir las visitas a aquellas en las que existe una alta probabilidad de que se cierre la venta. Y deben proveer a los clientes y a sus agentes del material de protección necesario para la seguridad de todos: mascarillas, guantes, pantallas de protección. En eso consiste ser socialmente responsables.
Ahora más que nunca, va a ser esencial hacer una entrevista previa exhaustiva al cliente comprador, para saber exactamente qué está buscando antes de empezar a visitar inmuebles. Esta ya venía siendo la tendencia en las agencias inmobiliarias más eficientes en la situación anterior a esta crisis sanitaria. Sin embargo, siguen siendo demasiados los agentes que, a la primera llamada de un posible cliente comprador, salen corriendo todavía con el teléfono en la mano, a visitar toda la cartera de inmuebles. Creemos que los propios clientes van a demandar a partir de ahora mucha más información antes de visitar.
Aquí van a entrar en juego muchas de las tecnologías que antes de la crisis del coronavirus eran desconocidas para el público en general, y hasta para la mayoría de las agencias, y que han llegado para quedarse. Videollamadas, tours virtuales, aplicaciones de firma digital, presentaciones a distancia, chatbots, webinars, y un largo etcétera, que aquellas agencias que todavía no estén habituadas a usar, deben implementar ya. El consumidor medio se ha acostumbrado a comprar en plataformas digitales en sectores en los que hace un par de meses ni imaginábamos. Ya había una tendencia ascendente del sector online frente al offline, pero este confinamiento ha acelerado muchísimo el proceso.
Los clientes nos van a exigir protección, por un lado, y tecnología, por otro. Solo las agencias socialmente responsables y tecnológicamente adaptadas, van a poder triunfar cuando se levante el confinamiento. Vibendo, inmobiliaria en Elche, lleva años apostando por la tecnología y la digitalización en el mundo inmobiliario. Aun así, este nuevo paradigma será un reto para todos.